lunes, 8 de abril de 2024

Otro año más con la norteamericana (ya van seis) y cada vez más guapa. Gaviota de Delaware (Larus delawarensis).

Desde que en el mes de enero de 2018 tuviera mi primer encuentro con esta atípica gaviota en un pequeño parque de Avilés (Parque de Ferrrera), año tras año, los aficionados a la observación y fotografía de aves, cuando llega la temporada navideña, hemos podido disfrutar de la presencia de esta peculiar gaviota de origen norteamericano.



Aunque mi primer encuentro, tal como comenté anteriormente, fue a finales del mes de enero de 2018, fue en diciembre de 2017 cuando se reportó su avistamiento en el lugar antes mencionado, es decir, ya han transcurrido seis años consecutivos (exceptuando el año del confinamiento por la pandemia) en los que la hemos podido ver evolucionar desde su plumaje de primer invierno que lucía en ese diciembre de 2017, al de adulta que luce en la actualidad en el inicio de la primavera de 2024, cuando presumiblemente estamos a punto de perderla de vista hasta el próximo mes de diciembre que esperemos volverla a observar por Avilés.



Me ha parecido interesante dedicarle una nueva entrada a mi blog en la que se pueda apreciar con detalle la evolución de su plumaje en esos seis años, que no ha sido pequeña, aunque desde mi particular punto de vista, cada año ha ido a mejor, indistintamente de la bondad de la perspectiva con la que la haya podido captar con mi cámara fotográfica. Espero coincidir en éste criterio con la mayoría de los que accedáis a ver ésta nueva entrada al blog. Ejemplar joven del primer invierno. Enero 2018.

Ejemplar joven del primer invierno. Enero 2018
Ejemplar joven del primer invierno. Enero 2018
En esta edad presenta un cierto parecido con la Gaviota cana (“Larus canus”) aunque la Gaviota de Delaware es algo más corpulenta, con las partes superiores de un gris más claro, “espejo” blanco más pequeño en las puntas negras de las alas, con el pico más grueso y con la característica banda transversal negra cerca del extremo del pico (también puede presentarlo la Gaviota cana). Las patas son amarillas, al igual que el iris de los ojos (marrón en la G. cana).

Gaviota cana de primer invierno (diciembre 2020)
Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)
Gaviota cana de primer invierno (diciembre 2020)
Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)
También, a mediados del mes de diciembre de 2018, nos volvió a visitar, pero como es lógico, luciendo un plumaje de segundo invierno (septiembre-abril), muy parecido al del ejemplar adulto en esa época invernal, con la excepción de que las puntas de las alas presentaban manchas negras más extensas. Las puntas de las primarias son blancas. A veces mantiene algunas plumas pardas en las alas y la cola. El pico adopta una apariencia tricolor, siendo amarillo con la base rosada y la punta color marfil. El iris de sus ojos es de color amarillo parduzco más oscuro que en el adulto.

Plumaje de segundo invierno (septiembre-abril), Diciembre 2018
Plumaje de segundo invierno (septiembre-abril), Diciembre 2018
El día 30 de noviembre de 2019 tuvimos de nuevo noticias de su llegada al parque y en esa ocasión luciendo ya el plumaje de adulto. En temporada invernal (agosto-abril) el plumaje del adulto tiene la cabeza, cuello, partes inferiores y la cola de color blanco. La cabeza muestra un rayado oscuro más intenso en la nuca y alrededor de los ojos.

Plumaje de adulto, Diciembre 2019
Por su parte, el dorso es de color gris pálido, con las puntas de las alas negras y de reducido tamaño. Las “ventanas” de esas puntas de las alas son blancas, Las partes desnudas son más apagadas adquiriendo un tono más gris verdoso.

Plumaje de adulto, Diciembre 2019
Presenta una característica franja o anillo negro subterminal en su grueso pico, de ahí su denominación en inglés “Ring billed gull”, o lo que es lo mismo, “Gaviota de pico anillado”. En esta edad adulta los ojos tienen el iris de color amarillo pálido, así como las patas.

Plumaje de adulto, Diciembre 2020
Plumaje de adulto, Diciembre 2020
En verano (marzo-octubre), presenta un anillo ocular rojo, mientras que el pico y las patas se tornan más brillantes.



En esa primera observación en el invierno de 2017, se trataba de un ejemplar joven del primer invierno que posiblemente fue empujado y desviado de su trayectoria migratoria habitual por algún temporal, modificando su trayectoria de invernada y haciéndola llegar hasta las costas asturianas. Un largo viaje de cerca de 5.000 Km, cruzando el Atlántico hasta llegar a Avilés (Asturias), ya que se trata de una especie neártica que se distribuye desde el norte de California (EE.UU.) hasta la Columbia británica (Canadá), y desde la región de los Grandes Lagos hasta Terranova (Canadá).


Normalmente, durante la época invernal, esta gaviota se desplaza al sur de sus lugares de nidificación, distribuyéndose por Estados Unidos, Golfo de México, Mar Caribe y Centroamérica, aunque desde mediados de la década de los 70 se ha convertido en un vagabundo regular por el Oeste del Paleártico, apareciendo cada vez más regularmente en Europa occidental, especialmente en Reino Unido, donde se ha registrado su presencia durante todos los meses del año, pero también en Francia, Portugal y España.


Aunque en España su primera cita fue de un ave capturada accidentalmente en una red de pesca el 18 de enero de 1951 (Vigo, Galicia), es desde los años 70, cuando su aparición comenzó a ser cada vez más frecuente y en las siguientes tres décadas, el número acumulado de aves vistas en esos países fue aumentando llegándose a acercar a los dos mil avistamientos. Por este motivo, esta gaviota fue eliminada de las listas de rarezas de los países citados. En España estuvo considerada como rareza hasta el año 2006.



La distribución y fenología en la Península Ibérica es la típica de las gaviotas neárticas (que se reproducen en América del Norte), con máxima presencia en las costas del noroeste durante el invierno. Las regiones que acumulan más citas son Asturias y Galicia, estando también presente, aunque en escaso número, en las costas mediterráneas y de Andalucía occidental. La Gaviota de Delaware es la gaviota neártica observada en mayor número en Europa Occidental.



La mayoría de los registros que se han citado en España, corresponden a ejemplares de primer invierno y aunque se recogen datos para todos los meses, estos se acumulan en invierno (entre noviembre y abril, con un pico en enero). Se ha podido comprobar que algunas parecen regresar a los mismos lugares en inviernos sucesivos, por lo que a la hora de censarlas, se podrían dar duplicaciones.



En el caso de Asturias, en los últimos años, sus escasas apariciones habían sido fundamentalmente en Gijón (Parque de Isabel la Católica, playa de San Lorenzo, río Piles y puerto del Rendiello), así como en la playa de Bañugues o en Moniello (Gozón. Asturias), e incluso creo recordar que también se vio, en Trasona (Corvera), Playa de la Griega (Colunga), ría del Eo y Ribadesella, pero no tengo idea de que existieran registros en Avilés.



La Gaviota de Delaware (“Larus delawarensis”) es un ave “Charadriiforme” de la familia “Laridae”, género “Larus”, que proviene del término griego “laros, -ou”, gaviota y de la especie “delawarensis”, es decir, del estado norteamericano de Delaware (Estado de Ohio). Se trata de una especie monotípica.


Es una gaviota de mediano tamaño que vienen a medir unos 46-54 cm de longitud, con una envergadura de entre 112-124 cm y un peso de unos 550 gr, aproximadamente. Hasta el tercer año de su vida, no alcanza su plumaje de adulto. Los machos son, aproximadamente, un 7% más grandes que las hembras.



El plumaje del adulto tiene la cabeza, cuello, partes inferiores y la cola de color blanco. Por su parte, el dorso es de color gris pálido, con las puntas de las alas negras y las “ventanas” blancas, de esas puntas de las alas, de reducido tamaño.



Presenta una característica banda o anillo negro subterminal en su grueso pico, de ahí su denominación en inglés “Ring billed gull”, o lo que es lo mismo, “Gaviota de pico anillado”.



En esta edad los ojos tienen el iris de color amarillo pálido, así como las patas.



La Gaviota de Delaware acostumbra a alimentarse de forma oportunista a base de invertebrados acuáticos y terrestres (cangrejos, lombrices de tierra e insectos), peces, aves y sus huevos, grano, basura y pequeños mamíferos. Lo hace tanto en zonas abiertas, como estuarios, lagos, praderías y vertederos.



Sus técnicas de alimentación son variadas, recogiendo sus presas mientras vuela, camina o nada. A menudo se zambulle desde pequeña altura o desde la superficie. Se han registrado comportamientos de cleptoparasitismo, es decir, que se aprovecha de presas o alimentos que otro animal ha capturado. También tienen la costumbre de seguir a barcos de pesca y tractores.



Se trata de una especie migratoria, invernando a lo largo de costas, estuarios, puertos, ríos, embalses, vertederos y colectores de aguas residuales. Ocupa sus lugares de cría desde principios de abril y los abandona desde mediados de julio.



Normalmente cría cerca del agua (salada, salobre o fresca) en islotes de lagos y en praderas húmedas, tanto de la costa, como en el interior. Forma grandes colonias. Los nidos son construidos por ambos miembros de una pareja reproductora. Construyen un voluminoso nido en el suelo cerca de rocas, maderas o vegetación y para ello utilizan material de plantas muertas, incluyendo ramitas, ramas, hierbas, hojas, líquenes y musgos. Los nidos pueden estar intercalados con los de otras aves acuáticas y son reutilizados año tras año. En él deposita 2-4 huevos, que incuban, tanto el macho como la hembra, durante 25-28 días. Los pollos vuelan a los 37 días y alcanzan la madurez sexual al cabo de 3 años de edad.



En lo referente a su estado de conservación, comentar que a nivel global, según los criterios de la UICN (Birdlife Internacional, 2010) se la considera una especie de “Preocupación menor”, debido a su amplio rango de distribución, la tendencia positiva de su población y el tamaño de la misma que está estimada entre un total de 1,5-2 millones de parejas reproductoras. En España, donde es una especie invernante con una población residual, no se la considera amenazada según la aplicación de los criterios de la UICN.

viernes, 29 de marzo de 2024

Últimos días de invierno por la montaña babiana (León). Cigüeña blanca. (Ciconia ciconia).

A modo de continuación de mi anterior entrada en la que compartía algunas fotografías de aves que, no sin dificultad, pude obtener al final de la temporada invernal por la montaña babiana (León), he querido dedicar una entrada particular a la que sin lugar a dudas fue la protagonista de esas escapadas, la Cigüeña blanca. (Ciconia ciconia).




Fueron unos días muy fríos tras haber caído unas nevadas importantes por esos parajes en los que llamaba notablemente la atención el ver a un buen número de cigüeñas blancas siempre formando parejas y descansando sobre los campos nevados o en las escasas acumulaciones de agua prácticamente heladas.




De vez en cuando abandonaban esa posición de descanso para intentar cazar con su potente pico algo de alimento...




…o, tal vez, se movían para simplemente desentumecer sus grandes alas y poder así combatir el gran frío reinante en la zona.




Fueron bastantes las parejas que pudimos observar dedicadas a la construcción o reparación de sus voluminosos nidos en los que, inevitablemente, también se había acumulado la nieve.




También pudimos ser testigos de primera fila de los malabarismos que estas enormes aves tienen que realizar para llevar a cabo sus frecuentes copulas.




Como la secuencia de fotografías de uno de sus apareamientos es bastante larga, voy a aprovechar para comentar el motivo del ¿por qué decimos que los bebés son traídos por una cigüeña desde París?




La historia se remonta al famoso escritor de cuentos danés Hans Christian Andersen, quien en el siglo XIX escribió el cuento 'Las Cigüeñas'. Un cuento donde esta ave llevaba bebés a las casas de los niños buenos y bebés muertos a la casa de los niños malos. A pesar de que Disney suavizó los cuentos de este escritor danés, sus obras originales combinan los elementos fantásticos de las películas infantiles y otros elementos macabros que decidió omitir la factoría del ratón.




Esta obra popularizó más si cabe el mito de la cigüeña y la natalidad, sin embargo históricamente esta ave ha sido venerada desde la época de los egipcios. Todo se debe a la relación que naturalmente siempre ha tenido la cigüeña con los seres humanos. Nunca ha sido un animal codiciado por su carne por lo que se adaptó a anidar cerca de los humanos.




Debido a los ciclos migratorios de la “Ciconia ciconia” los pueblos de la antigüedad desarrollaron la creencia de que este animal es un símbolo de buena suerte. Esto se debe principalmente a que las cigüeñas vuelven a dejarse ver en Europa a finales del invierno después de recorrer miles de kilómetros desde África, por lo que se les asocia con la vuelta del calor, el renacimiento de la vida vegetal y el fin de los días cortos.




Además se interpreta que este ave es un animal muy familiar, que siempre mantiene a su pareja de por vida, y que cuidan a sus pequeños como pocos animales ya que se preparan durante años el mismo nido para recibir de la mejor manera al recién nacido. A esto hay que añadirle que a lo largo de la historia se ha creído que las cigüeñas más jóvenes cuidan a sus progenitores cuando estos tienen una avanzada edad, algo que es al contrario. Sin embargo de esta creencia, en la Grecia Clásica existía una ley que obligaba a los hijos a cuidar a los padres. Dicha ley se llamaba Pelargonia, del griego pelargos, cigüeña.




Es precisamente de esa etimología de donde procede la denominación del famoso Pelargón, cuyo nombre es la adaptación de la palabra griega 'pelargos', la cigüeña que nos trajo. Los que ya peinamos canas conocimos y en algunos casos bebimos esa famosa leche maternizada de Nestlé. Era un alimento destinado a bebés que no se podían alimentar con leche materna o que no podían ser amamantados.




El Pelargón fue la primera leche infantil disponible en España en pleno período de posguerra, producida por Nestlé a partir de 1944. Actualmente se asocia simbólicamente en el imaginario colectivo español con los tiempos posteriores a la Guerra Civil Española y la generación criada en los años 40 y 50.


Debido a estos comportamientos animales de la “Ciconia ciconia” las diferentes culturas con las que ha convivido el animal a lo largo de la historia han ido creando una cultura que ha pasado de generación en generación, y de cultura en cultura, representando a la cigüeña como un animal que atrae la buena suerte y también la fertilidad.




Ya en el Egipto de los faraones, la cigüeña representaba el Ba, o lo que es lo mismo, el alma, tal y como se puede ver representado en muchos jeroglíficos. Ya en Grecia, como hemos comentado existía una ley basada en las costumbres del animal, pero incluso estaba penado con la muerte asesinar a uno. Además el escritor griego Esopo escribió varias fábulas con el ave como protagonista. Para los primos lejanos de los griegos, el Impero Romano, el ave era considerada un animal sagrado que representaba el matrimonio, protegía a las mujeres y a los nacimientos de niños.




Los pueblos germánicos también tienen muy presente a la cigüeña en su mitología. La cigüeña es la mensajera de la diosa Holda. Esta diosa es la encargada de volver a traer al mundo las almas de aquellos que han fallecido. Por lo que las parejas que deseaban ser padres le rogaban a esta diosa que rescataba un alma para volver a darle vida en forma de bebé. Esta alma era trasportada, según esta mitología por una cigüeña hasta los futuros padres.




A raíz de este mito, existe en la ciudad alemana de Dresde una fuente con una cigüeña que lleva a un bebé en pañales. Desde el siglo XV conocen a esta fuente en la ciudad como 'la fuente de la vida' ya que existía la creencia de que beber agua de esta fuente hacía quedarse embarazadas a mujeres estériles.




En lo referente al mito de que las cigüeñas traen a los niños de París viene de una historia exagerada que fue pasando de boca en boca hasta nuestros días. En el norte de Francia era muy conocida la leyenda de Kindelesbrunnen, una leyenda con una marcada influencia germánica donde una cigüeña tenía poderes mágicos.




A todo esto habría que añadirle los elementos de los que ya hemos hablado a lo largo de toda la historia. Por lo tanto había muchas cigüeñas que anidaban al lado de chimeneas cerca de los distritos de París. Lo hacían para resguardarse junto al calor que soltaban estas chimeneas. Cuenta la leyenda francesa que unas cigüeñas que anidaron en uno de los tejados de las afueras de la ciudad.




Esta pareja de aves, en vez de emigrar a África, como todas las demás, se marcharon a un lugar cercano en París. Cuando volvieron, la pareja que vivía en aquella casa había tenido un bebé, por lo que los vecinos en tono de broma, suponemos, comenzaron a decir que el bebé había sido llevado por las cigüeñas.




A partir de ahí, y como si de un tweet viral se tratase, este suceso fue corriendo de boca en boca, de país en país, y se sigue utilizando para resolver la pregunta más difícil que le pueden a hacer a unos padres ¿de dónde vienen los niños?




Personalmente, mis recuerdos de la infancia me hacen relacionar la llegada de las cigüeñas con el final del invierno y el anuncio de la primavera, aunque actualmente, en muchas localidades de la península esta llegada de las cigüeñas no se produce porque permanecen durante todo el año en el mismo territorio.




La Cigüeña blanca perteneciente al orden de las Ciconiiformes, familia de las cicóniides y género ciconia, tienen una longitud de aproximadamente 1 metro, con una envergadura de prácticamente el doble (2 metros) y un peso de entre 3,5 y 4, 5 kilogramos.




Su anatomía es inconfundible debido a su gran tamaño y envergadura, en la que se puede observar su plumaje predominantemente blanco que comparte con el negro (primarias y secundarias) siendo éste más visible cuando la vemos en vuelo.




Llamativo pico alargado, apuntado y rojo intenso, del mismo color que sus largas patas.




Las alas de gran tamaño de color blanco y negro que producen un gran contraste sobre todo en vuelo, donde podemos observar su cola que es corta y blanca y de la que sobresalen sus largas patas estiradas al igual que el cuello. Los ojos son negros y el cuello es largo.




No existe dimorfismo sexual en esta especie.




Los individuos jóvenes tienen el pico negro (pollos) que va evolucionando hacia un pardo rojizo sucio y las patas rosáceas.




La subespecie nominal, C. c. ciconia, está presente en el centro y sur de Europa, norte de África y occidente de Asia. Falta completamente en Gran Bretaña e Irlanda, Escandinavia así como en Italia, Islas del Mediterráneo y la mayoría de Francia. Las poblaciones más importantes se encuentran en Polonia y Ucrania, siendo la población española la tercera en importancia.





Tradicionalmente la Cigüeña blanca era un ave migradora al África subsahariana que sólo aparecía en la península ibérica durante la época de reproducción, pero últimamente, cada vez es más frecuente, verlas invernar en ella, pasando todo el año con nosotros. A estas invernantes se les unen grandes bandos en paso procedentes de Europa, que se pueden observar, sobre todo por el centro peninsular y litoral mediterráneo, camino de África, para atravesar por el estrecho de Gibraltar a finales de agosto y en septiembre.





Tienen un vuelo elegante, batiendo las alas lentamente y planeando frecuentemente con las alas totalmente estiradas y cogiendo gran altura aprovechando las corrientes de aire.





En la península Ibérica se reproduce fundamentalmente en la mitad occidental pero respetando la zona cantábrica y sólo muy aisladamente en Asturias y Galicia.






Su hábitat preferido son las zonas húmedas, pantanosas, como las albuferas, marismas, deltas de los ríos, arrozales, orillas de los ríos y lagunas y también los terrenos secos como prados, dehesas, pastizales, etc.




Al ser una especie eminentemente sociable, lo hace cerca de viviendas humanas, campos de labranza y lugares donde pasta el ganado. También y cada vez de forma más frecuente, es habitual encontrarlas en grupos numerosos residiendo durante todo el año en lugares próximos a vertederos a cielo abierto.




Se alimenta fundamentalmente de langostas, saltamontes, escarabajos así como ranas, renacuajos que captura en charcas, tritones, lagartijas, culebras de agua, lombrices de tierra, culebras, peces, gusanos e insectos. De forma ocasional comen algún roedor o pollos de otras aves, sin olvidarnos de los vertidos de los basureros que frecuentan.




Al parecer las cigüeñas blancas forman parejas estables que duran toda su vida y no se emparejan con otro individuo a no ser que fallezca alguno se ellos.





El periodo de cría lo realizan entre los meses de marzo y abril y habitualmente lo hacen en colonias.





Construyen unos nidos muy voluminosos y pesados a base de ramas, palos, raices, etc, en campanarios, chimeneas o tejados de iglesias o casonas u otras edificaciones monumentales, torres del tendido eléctrico, copa de árboles, etc. 






En su interior colocan tierra, barro, hierba, dejando una concavidad en el centro, forrado interiormente de hierba, musgo, papeles, trapos, plásticos, plumas y otros desperdicios.







Los nidos son usados año tras año y por la aportación de nuevo material cada temporada de cría, pueden llegar a alcanzar un considerable peso y volumen por lo que se han llegado a producir derrumbamientos de tejados, especialmente de iglesias para lo que contribuye la acción de agentes atmosféricos como el viento y la lluvia que se llega a almacenar en el interior de ellos.






Normalmente es el macho el que llega primero al nido e inmediatamente comienza a rehacerlo y espera en él la llegada de la hembra, que lo suele hacer pocos días después.




El cortejo nupcial incluye la adopción de curiosas posturas y golpear de una mandíbula sobre otra emitiendo un sonido característico que se denomina crotorar.




Llevan la cabeza hacia atrás hasta prácticamente tocar con la nuca su espalda. Despliegan la cola en abanico, elevan el obispillo hasta el nivel de la espalda y después se inclinan hacia delante dirigiendo el pico hacia abajo con las alas entreabiertas dando continuos aleteos con las dos alas. Este ritual lo repiten varias veces seguidas.




La puesta se compone normalmente de 4-5 huevos de color blanco. La incubación la realizan ambos sexos aunque es la hembra la que dedica mayor tiempo y suele durar unos 32-34 días aproximadamente.





Las cigüeñas cuidan con gran celo a sus pollos y siempre una de ellas permanece en el nido.





Las jóvenes cigüeñas vuelan por primera vez a los 55-60 días. Aunque vuelan con los padres y se alejan del lugar, vuelven al nido a dormir.






Sus principales amenazas son las derivadas de la transformación de sus hábitats naturales o cambios climáticos que disminuyen la disponibilidad de alimento, sin olvidarnos del uso indiscriminado de pesticidas, la caza furtiva o incluso el choque con tendidos eléctricos.




La cigüeña blanca está considerada “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.